El concepto de "democracia energética", que surgió en el seno del movimiento alemán por la justicia climática a principios de esta década, ha comenzado a sentar las bases de una nueva agenda que promueve una política progresista en materia de energía.
Motivada por el compromiso de satisfacer sus objetivos climáticos, en un primer momento la ciudad de Boulder intentó presionar a la empresa de propiedad privada (en manos de inversores) que proporcionaba el servicio público, Xcel Energy, con el fin de que adoptara una transición radical hacia una energía baja en carbono. La reticencia y la ofuscación de Xcel condujeron a la ciudad a planificar un servicio público municipal de energía, objetivo que continúa impulsando frente a retos jurídicos y a campañas de desinformación.