Desde 2006 hasta 2014, durante la administración del alcalde ‘verde’, Gayle McLaughlin —uno de los fundadores de la RPA—, la ciudad atajó los riesgos medioambientales provocados por la industria petrolífera, subiendo los impuestos a la refinería Chevron y reclamándole ante los tribunales compensación por los daños y perjuicios sufridos tras el fuego que provocó la gran refinería en 2012. La movilización de la comunidad, encabezada por grupos a favor de la justicia ambiental y la RPA, permitió que Richmond recaudara 90 millones de USD en forma de concesiones financieras por parte de Chevron, a cambio de aprobar un proyecto de modernización de la refinería que mejorara sus infraestructuras de seguridad y redujera la contaminación.
Además, Richmond ha elevado el salario mínimo local, ha nombrado a un jefe de policía gay con una gran capacidad visionaria y ha reducido las cifras de delincuencia, incluidos los homicidios, gracias a un programa de actuación policial comunitaria muy eficaz. En 2016, se incluyeron nuevas medidas de control de los alquileres que protegen a cerca de un 40 % de inquilinos de Richmond.
El carácter híbrido de la RPA ha sido una pieza central en todos estos logros. En tanto que organización con miembros afiliados, coalición de grupos comunitarios y coordinadora de actividades de formación de base y movilización ciudadana, toca temas como el trabajo, la defensa de derechos de los inmigrantes, la justicia medioambiental, los alquileres, la responsabilidad policial, un sistema de impuestos justo para las empresas, la salud de la comunidad y la protección del medioambiente.
Gracias al trabajo organizativo no electoral, los candidatos de la RPA han conseguido, tras un año de esfuerzos, una ‘supermayoría’ progresista. La apatía de los votantes y su desinterés por la política local se han reducido enormemente, y los residentes encuestados creen que la ciudad ha mejorado en muchos aspectos. Richmond ha logrado aunar una buena dosis de ingredientes que han convertido a la ciudad en un modelo de acción municipal ejemplar que actúa en nombre de la población que se vio desprotegida por la administración anterior.
“Lo más inspirador de este proyecto es la articulación de las diferentes partes de la comunidad ante el enemigo común: Chevron; sus políticas innovadoras, como el sistema de actuación policial comunitaria; la genuina relación entre los votantes y el equipo municipal electo; y las estrategias públicas/jurídicas usadas para forzar la negociación de los préstamos de vivienda.”
– Erick Palomares
Esta historia se publicó originalmente en el Atlas de utopías.