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COOPELESCA, Costa Rica

La experiencia cooperativa de COOPELESCA: democracia energética en un contexto rural

Costa Rica es un ejemplo excelente de país que proporciona servicios públicos con carácter universal. Posee amplios servicios de electricidad –así como de agua, sanidad y educación– para todos los grupos sociales y regiones del país, con indicadores excepcionales en materia de igualdad, calidad, accesibilidad, valores públicos y sostenibilidad medioambiental. Desde su fundación en el año 1949, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), empresa estatal con actividad en los ámbitos de la energía y las telecomunicaciones, ha evolucionado como una de las instituciones básicas de ese estado del bienestar.

The COOPELESCA cooperative experience: Energy democracy at work in a rural context

By Daniel Chavez

Electricidad procedente de fuentes renovables

En marzo de 2015, el Gobierno de Costa Rica anunció que el país había conseguido estar 75 días sin recurrir al uso de combustibles fósiles, dependiendo exclusivamente de fuentes renovables para generar energía, lo que propició una gran cobertura en los medios de comunicación internacionales (como CNN, The Guardian y Time).

Los numerosos ríos, volcanes y montañas del país permiten la producción de energía hidráulica, geotérmica y eólica, de forma limpia y asequible. Costa Rica produce suficiente electricidad para alimentar su economía y cubrir sus necesidades sociales, con un impacto medioambiental relativamente bajo. En el primer trimestre de 2016, el 97 % de la electricidad generada se obtuvo de fuentes renovables: las plantas de energía hidroeléctrica generaron el 65 % del total, los parques eólicos aportaron un 16 %, la energía geotérmica añadió un 14 %, mientras que la biomasa representó un 2 % y la energía solar, el 0,02 %. Las centrales térmicas únicamente han dado servicio para cubrir el 3 % de las necesidades eléctricas del país, consolidando una tendencia al uso de combustibles fósiles tan solo como fuente secundaria de generación de energía (Arias, 2016).

Visión general a nivel nacional

En el año 2015, Costa Rica alcanzó un índice de electrificación del 99,3 % (ICE, 2015), el segundo más elevado de América Latina, superado únicamente por Uruguay. La generación de energía se liberalizó parcialmente en la década de 1990, pero continúa casi enteramente en manos de empresas públicas o de cooperativas. La distribución y la comercialización de la electricidad es responsabilidad de cuatro compañías de propiedad estatal –una nacional, otra regional y dos municipales– y de cuatro cooperativas, sin participación alguna de compañías privadas (orientadas a la generación de beneficios). El ICE es responsable del 38 % de la energía que se distribuye en el país, y su filial regional, la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL, activa en la zona metropolitana de San José), del 41 %. Las dos empresas municipales, la Empresa de Servicios Públicos de Heredia (ESPH) y la Junta Administrativa del Servicio Eléctrico Municipal de Cartago (JASEC), representan el 12 % de la energía distribuida. Las cuatro cooperativas de electrificación rural (COOPEGUANACASTE, COOPELESCA, COOPESANTOS y COOPEALFARO) distribuyen el restante 9 %.

La experiencia cooperativa en Costa Rica

En Costa Rica hay cuatro grandes cooperativas de electricidad, cuyos miembros ascienden a un total de 180 393 (CONELECTRICAS, 2015) y con una zona de provisión de servicio que cubre más de un 20 % del territorio nacional. En conjunto, suministran electricidad a 392 071 usuarios, la mayoría de los cuales vive en ubicaciones rurales donde ni las empresas estatales ni las privadas han tenido interés o capacidad para operar. Además, han proporcionado empleo a 1963 trabajadores. Asimismo, estas cooperativas «son operadas por usuarios de energía y miembros de la comunidad, a quienes pertenecen, y dado que garantizan la participación activa de la comunidad, proporcionan soluciones a retos comunes como el establecimiento, el desarrollo y la puesta en práctica de políticas en las comunidades rurales» (Cooperatives Europe, 2015:11).

Las cooperativas costarricenses llevan activas desde la década de 1960. Estas cuatro cooperativas son completamente autosuficientes; operan totalmente sin ánimo de lucro y reinvierten todo superávit económico en mejorar la calidad y la cobertura de los servicios. Igualmente, de forma constante extienden el alcance de sus operaciones más allá de su misión original; por ejemplo, a servicios de telecomunicaciones, de comercio minorista, de medios de comunicación y de seguros.

En el año 1989, las cooperativas se unieron para crear el Consorcio Nacional de Empresas de Electrificación de Costa Rica (CONELECTRICAS R.L.), con el objetivo de defender los intereses del sector cooperativo y participar en operaciones comunes de generación de energía, defensa de políticas y provisión de servicios técnicos. [1] El consorcio posee y opera dos centrales de energía hidráulica, con una potencia bruta de 43 MW. Las restantes necesidades eléctricas de las cooperativas las satisface el servicio público de ámbito nacional y propiedad estatal, ICE, con el cual han mantenido una relación ampliamente constructiva y sinérgica. Por ejemplo, cuando el gobierno neoliberal amenazó con privatizar el ICE en el año 2000, se unieron para defenderlo junto con una amplia coalición multisectorial.

El camino hacia el acceso prácticamente universal a la electricidad

Las cooperativas costarricenses no son enteramente únicas, pues cooperativas similares para la electrificación a nivel rural existen en otros países del Sur.

Pero los factores clave que han permitido su éxito en este país de América Central son una compleja combinación de elementos sociales, políticos y económicos que han creado un entorno institucional favorable. La cobertura universal de los servicios de electricidad en las zonas urbanas se alcanzó en la primera mitad del siglo pasado, proporcionando una sólida base técnica y financiera para la expansión a las zonas rurales. A finales de la década de 1940, se estableció el estado del bienestar en Costa Rica, tras una breve guerra civil que concluyó con un pacto respaldado por las principales fuerzas políticas del país. El camino social-democrático y de desarrollo que emprendió la nación una vez finalizada la guerra se caracterizó por la estabilidad política, por una fuerte intervención del Estado sobre la economía y por la implementación de políticas sociales progresistas (Chavez, 2015). A mediados de la década de 1960, la electrificación rural se había convertido en una cuestión candente en la agenda política. En consecuencia, «dentro del contexto de un Gobierno verdaderamente comprometido y dispuesto a invertir en el desarrollo rural, en combinación con el apoyo de un servicio público experimentado y eficaz y de una sólida tradición igualitaria, se establecieron las cooperativas costarricenses para la electricidad rural, y han prosperado» (Foley, 2007: 18).

La experiencia de COOPELESCA

La Cooperativa de Electrificación Rural de San Carlos (COOPELESCA) se encuentra en la región Huetar Norte, en la frontera con Nicaragua. El área a la que da servicio cubre la totalidad del cantón de San Carlos y algunos distritos de los cantones de Los Chiles, San Ramón, Grecia y Alajuela (todos ellos en la provincia de Alajuela), más un distrito del cantón de Sarapiquí (provincia de Heredia). La sede de la cooperativa se encuentra en Ciudad Quesada, población de 43 000 habitantes.

Cuando se fundó la cooperativa, la región experimentaba una tasa elevada de inmigración, así como otras transformaciones fundamentales. Se incrementó la producción de carne, leche, madera, azúcar, café y arroz. Pero la falta de suministro eléctrico demostró ser un gran obstáculo para el desarrollo social y económico, pues los servicios quedaron restringidos a las principales ciudades de la región –Ciudad Quesada, Florencia y Venecia– y a las mayores haciendas, que dependían de plantas hidroeléctricas o alimentadas con diésel de pequeña escala y de gestión privada.

La cooperativa se fundó en enero de 1965, con la participación de 365 miembros y un capital inicial de 45 750 colones costarricenses (aproximadamente, 5300 dólares). Comenzó a suministrar electricidad en mayo de 1969, construyendo 259 kilómetros de líneas de distribución y conectando a 1065 usuarios. COOPELESCA continuó creciendo y floreciendo en las siguientes décadas, convirtiéndose en una fuerza motriz para el avance social y económico en una zona del país que, hasta entonces, había permanecido en gran parte infradesarrollada.

Aspiraciones y expansión de servicios

En la década de 1980, COOPELESCA asumió la responsabilidad del alumbrado público mediante acuerdos alcanzados con los gobiernos municipales de la región. Lanzó también un canal de televisión por cable (TV Norte) para proporcionar servicios de comunicación y medios de información regionales. En la década de 1990, la cooperativa entró en el negocio de la generación de electricidad, construyendo o adquiriendo sus propias presas a pequeña escala y asociándose con las otras tres cooperativas para construir una central hidroeléctrica.

En 2007, COOPELESCA lanzó el proyecto Infocomunicaciones, una iniciativa que pretendía proporcionar servicios de Internet para acortar la brecha digital en la región septentrional. Más adentrado ese mismo año, la cooperativa abrió su primer almacén y tienda en Ciudad Quesada, donde vendía electrodomésticos para facilitar artículos asequibles para sus miembros. En el año 2008, COOPELESCA comenzó a ofrecer servicios de seguros –principalmente un popular seguro contra incendios– pretendiendo así fortalecer la sostenibilidad financiera de la cooperativa y la provisión de una amplia gama de servicios a sus afiliados.

En 2009, COOPELESCA completó la extensión de una línea de transmisión de 69 kV que aseguraría una mayor capacidad, calidad y fiabilidad de los servicios de electricidad para los próximos 30 años, autofinanciada mediante un préstamo con intereses bajos concedido por el Instituto Nacional de Fomento Cooperativo (INFOCOOP).

En 2013, COOPELESCA comenzó a operar la planta hidroeléctrica de Cubujuquí, con una producción de 22,4 MW. Adquirió también otra central hidroeléctrica, La Esperanza, lo que permitió a la cooperativa cubrir el 82 % de sus necesidades eléctricas con sus propias fuentes de generación.

Defensa del entorno natural

La misión pública de la cooperativa incluye preservar el entorno natural del país. En el año 2013, COOPELESCA obtuvo la certificación ‘neutra en carbono’, la primera distribuidora de energía de toda América Latina en obtenerla. En 2015, la cooperativa anunció que había compensado la totalidad de su huella de carbono mediante diversas acciones medioambientales, principalmente la adquisición de tierra en riesgo de degradación medioambiental. Una parte de la cuota mensual de cada miembro ha servido para adquirir 1124 hectáreas de espacios medioambientalmente frágiles en el Parque Nacional Juan Castro Blanco. La cooperativa ha adquirido también tierras en las zonas adyacentes a sus proyectos de energía hidráulica, con el fin de limitar las consecuencias negativas para el medio ambiente de la explotación comercial de cultivos (COOPELESCA, 2015). También ha beneficiado a los residentes en zonas donde se genera energía, principalmente mediante el diseño participativo de planes de desarrollo local para promover y favorecer iniciativas comunitarias (por ejemplo, en Cubujuquí y en La Vieja de San Carlos).

Retos

Los ciudadanos costarricenses tienen muchas razones para enorgullecerse de su sistema eléctrico sostenible y controlado democráticamente. Aunque todas las condiciones que llevaron al éxito de las cooperativas nacionales no están presentes en todos los lugares, pueden extraerse lecciones valiosas para aplicarse en otros países del Sur.

Activistas por el medioambiente y expertos en energía de todo el mundo han elogiado a Costa Rica por su decisión de abastecerse de fuentes renovables de energía, pero también han expresado cautela, dado que el cambio climático podría agravarse y los patrones pluviales tornarse más inestables en América Central. Costa Rica debe prepararse para condiciones climáticas cambiantes que supondrían un reto por la dependencia actual de la energía hidráulica, extendiendo sus capacidades de energía eólica y solar. COOPELESCA está explorando ya nuevos proyectos en estos dos ámbitos, pero en la actualidad prácticamente toda la energía que genera y distribuye procede de plantas hidroeléctricas.

Y aunque los proyectos que gestionan las cooperativas son relativamente de pequeña escala, las organizaciones medioambientales de Costa Rica han advertido de que la mayoría de los ríos del país podrían estar siendo sobreexplotados ya (Federación Ecologista, 2013). Además, la proliferación de presas, grandes y pequeñas, podría conducir a una sobreproducción de energía, así como contribuir a la expansión de plantaciones forestales de explotación comercial, a la producción agropecuaria, a la proliferación de enclaves turísticos y a la imposición de cultivos genéticamente modificados. Las comunidades locales también han denunciado los impactos de proyectos de energía hidráulica relativamente pequeños, que en algunos casos han implicado la pérdida de la pesca artesanal y de espacios recreativos.

[1] La misión que hace pública el consorcio es «fortalecer a sus asociadas promoviendo y ejecutando proyectos de generación eléctrica y otros servicios relacionados con el sector, contribuyendo con el desarrollo de estas distribuidoras eléctricas y la protección del ambiente, en concordancia con sus valores [cooperativos]».

Referencias bibliográficas

Arias, L. (2016) ‘Costa Rica’s electricity mostly from renewable sources in 2016’, The Tico Times, 16 de abril.

Chavez (2015) ‘Una empresa de electricidad excepcional en una socialdemocracia atípica: el Instituto Costarricense de Electricidad’, en D. McDonald (ed.), Servicios Públicos en el Sur Global: Mirada crítica a nuevas formas de gestión. Madrid: Clave Intelectual.

CNN (2015) ‘Costa Rica’s power grid runs on renewable energy’, 27 de marzo.

CONELECTRICAS (2015) ‘25 años en defensa y generación de un desarrollo sostenible para el progreso de nuestras asociadas y nuestro país’. San José: CONELECTRICAS R.L.

COOPELESCA (2015) 50 años. Una historia de solidaridad con visión de futuro. Ciudad Quesada: COOPELESCA.

Cooperatives Europe (2015) Building People-Centred Enterprises in Latin America and the Caribbean: Cooperative Case Studies. Bruselas: Cooperatives Europe.

Federación Ecologista (2013) ‘Declaratoria del Encuentro de comunidades afectadas por represas’, 18 de marzo.

Foley, G. (2007) ‘The Cooperative Experience in Costa Rica’, en D.F. Barnes (ed.), The challenge of rural electrification: Strategies for developing countries. Washington, DC: Resources for the Future.

Poschen, P. (2013) ‘Foreword’ (Preámbulo), en ILO, Providing clean energy and energy access through cooperatives. Ginebra: Oficina Internacional del Trabajo (OIT).

The Guardian (2015) ‘Costa Rica uses only renewable energy for first 75 days of 2015 – video report’, 26 de marzo.

Time (2015) ‘How Costa Rica Went 75 Days Using Only Clean Electricity’, 1 de abril.

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